10 api. ABERRI EGUNA EN TIEMPO DE CORONAVIRUS
Una Semana Santa atípica, confinada, pandémica, en la que el turismo ha desaparecido y las liturgias se celebran a puerta cerrada. Seguramente el cuco, maestro del oportunismo y consumado ventajista, habrá empezado ya a asomar por nuestros montes, pero es probable que esta vez nos resulte difícil cumplir con la tradición de oír su canto con la previsión de tener el bolsillo lleno. Ni que la creencia popular estuviera diseñada previendo una primavera de coronavirus, cese de la actividad económica y grave recesión. Lo peor, sin duda, siguen siendo las víctimas del covid-19, ya que a pesar de que el índice de infectados ha bajado al 25% de los análisis realizados, el número de fallecidos sigue aumentando: hasta hoy, 903 en Hego Euskadi –689 en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa y 214 en Nafarroa– y seguimos sin disponer de datos de lo que está ocurriendo en Iparralde en esto, como casi en todo, porque las fronteras en Europa siguen separando mucho más que el gesto – que ha vuelto a poner de moda el covid-19– de un aduanero pidiendo el pasaporte.
Además de los datos sobre la pandemia, llegan a nuestro confinamiento titulares alarmantes sobre los efectos económicos que esta provocará. Según el FMI, este año “se producirá la peor crisis financiera global de la historia”. Por su parte, la OIT ha vaticinado la pérdida de 200 millones de empleos en el mundo, anunciando “la peor crisis mundial desde la II Guerra Mundial”. Y, por cierto, según este organismo internacional “la subregión más afectada de todas es el sur de Europa”, subregión que contiene al Estado español. Teniendo en cuenta que el español fue también uno de los Estados más castigados por el efecto de la crisis de 2008 resulta que, durante este siglo XXI, se está haciendo recurrente la ocasión de preguntarnos sobre si no nos iría bastante mejor de tener Euskadi su propia estructura política en Europa. Muchos creemos que España siempre ha sido una rémora para Euskadi y que la respuesta es sí.
De hecho, el gobierno Sánchez-Iglesias aún no se ha atrevido a publicar la previsión de evolución del mercado laboral español. El Gobierno Vasco sí lo ha hecho: donde se preveía un crecimiento del 1,9% del PIB y la creación de 11.500 puestos de trabajo resulta que se producirá una recesión del 3,6% –tanto como en lo peor de la crisis anterior– y la pérdida de 17.000 empleos. Ese es el panorama para este 2020, “una previsión que solo puede ir a peor”, según el sailburu de Hacienda y Finanzas Pedro Azpiazu, aunque apunta también la esperanza de una importante recuperación a lo largo de 2021. En todo caso, tras un esfuerzo importante de reducción de la deuda pública, las cuentas públicas vascas están saneadas y dan margen para poder reaccionar con programas urgentes de incentivación económica, de ayuda social y, de respuesta a las necesidades del sistema sanitario público ante la pandemia. El nivel de endeudamiento de las instituciones vascas no supera el 20% de su PIB. El endeudamiento español por el contrario alcanzaba casi el 97% de su PIB ya antes de la crisis del covid-19. El presidente Sánchez en sus intervenciones públicas no quiere hablar de datos, prefiere los discursos patrióticos y cuasi-bélicos. Se puede entender que Sánchez prefiera hacer apelaciones a “la moral de victoria” y al “unidos” que dar cuenta a la gente de las consecuencias de una deuda que ya partía de estar por encima del billón de euros y que no es fácil saber dónde acabará.
Evidentemente, la contraposición entre salvar vidas y salvar la economía es un falso dilema. Debemos hacer lo posible por ambas cosas, priorizando, por supuesto, la salud y la vida de las personas. Pero pensando, también, en la forma de minimizar el dolor que sin duda va a provocar –que ya está provocando, 15.000 parados más en marzo y más de 200.000 trabajadores en ERTE en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa– la brutal crisis económica. Las instituciones vascas y, desde luego, el PNV no pierden de vista las dos curvas, la de la infección y la de la economía, para actuar, en toda la medida de lo posible, sobre ambas. Mal que les pese a los de siempre.
Los de siempre siguen a lo suyo, como el cuco, intentando desgastar al PNV para desplazarlo, a veces con imposturas, otras con ataques frontales. Así las cosas, ha sido curioso comprobar el parecido casi mimético entre las estrategias de ELA y LAB y la de VOX, al presentar aquellos sendas querellas contra los gobiernos vasco y navarro “por vulnerar”, supuestamente, “el derecho a la salud de los trabajadores industriales” y VOX, por su parte, otra contra el gobierno español “por dejación de responsabilidades o delito doloso” en la gestión de la pandemia. Misma estrategia, mismo modus operandi, mismo argumentario… una coincidencia bastante sonrojante. Nadie con un mínimo de buena voluntad puede creer que el PNV haya vulnerado el derecho a la salud y la vida de los trabajadores vascos, porque los trabajadores de la industria vasca, al igual que los autónomos, o los baserritarras, también son alderdikides, amigos o, sin ir más lejos, los de casa.
La cosa es que un Pueblo puede colapsar, asolado por una recisión económica sin precedentes, de manera parecida a como cae un edificio en un terremoto. Pero una buena gestión de los servicios y políticas públicas, el cuidado de la economía productiva y del empleo, así como la prudencia en las finanzas públicas harán que Euskadi pueda hacer frente de mejor manera al terremoto de la recesión que nos viene encima. Aunque está claro que no saldremos indemnes de “la peor crisis mundial desde la II Guerra Mundial”. El trabajo de cuidar los cimientos de nuestra estructura socio-económica lo han hecho básicamente los gobiernos del PNV. Como contrapunto, la labor de la izquierda abertzale, normalmente, es otra muy distinta: criticarlo todo de forma demoledora. También, cómo no, la interpretación realizada por el Gobierno Vasco del decreto de Sánchez sobre el cese de la actividad económica. Una interpretación que, guardando la seguridad de los trabajadores, solo pretende mantener un hilo de vida en las empresas, teniendo en cuenta que la mayoría de países competidores directos de las empresas vascas, como Alemania, no han cesado su actividad industrial a pesar del coronavirus. Es probable que EH Bildu vaya derivando su discurso de a) atacar al PNV porque solo puede existir una preocupación absoluta, la de la salud, que, según ellos, obliga al cierre total de la industria, a b) atacar al PNV por las consecuencias del parón de la actividad económica. La cosa es atacar al PNV.
La afirmación anterior tiene un plus de desesperanza ahora que estamos en vísperas del Aberri Eguna, un día que nos recuerda que aun sumando a todos los que creemos que nuestra única Patria es Euskadi –o Euskal Herria–, no andamos sobrados. En todo caso, desde este encierro impensado que nos está privando de la primavera de 2020, viene bien recordar aquel primer Aberri Eguna de 1932 que celebraba el 50 aniversario de la formulación del nacionalismo vasco por Sabino Arana Goiri. Lo cuenta en un relato emocionante el lehendakari Agirre: “El orgullo de ser vascos iba unido al muy legítimo de pertenecer, además, a una organización basada en la justicia y encaminada a la liberación de la Patria”, refiriéndose a EAJ-PNV. El Aberri Eguna de este año será muy distinto a aquel que desde la víspera iluminó con hogueras las cumbres de los montes vascos hasta el Pirineo y llevó casi a 100.000 personas a Sabin-etxea. Pero lo fundamental vendrá dado por renovar en nosotros lo que aquellos abertzales sentían: el anhelo de pervivencia y libertad de un Pueblo que pretende justicia para todos quienes lo componen, sin distinción. El de este año 2020 va a ser el Aberri Eguna más singular de los últimos muchos años, desde luego, nos va a encontrar a todos en casa. Así que pongamos ikurriñas en nuestros balcones y ventanas, y salgamos el domingo a las doce del mediodía a las ventanas.
Egiogun aurre birusari eta presta gaitezen gure herriarentzat berriro askatasuna eta justizia defenditzeko. Gora Euskadi askatuta!
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