31 ene. Es estrategia, no ideología
Hace unas semanas tuve oportunidad de ver un documental interesante sobre las poblaciones de buitres europeos. Resulta que son cuatro las especies de buitres existentes en el continente, leonado, negro, alimoche y quebrantahuesos, y todas ellas están incluidas en el catálogo de especies en peligro de extinción. No tengo nada en contra del buitre, es más, deploro la situación en la que se encuentra la especie y lamento la escasa sensibilidad social que intuyo ante uno de los más lamentables problemas que la especie humana está provocando: la extinción masiva de innumerables especies. Pero es verdad que el buitre nunca ha tenido buena prensa. Del buitre sabemos que es oportunista y carroñero y, además, que no tiene un primer plano agraciado, todo lo cual le ha condenado a servir de metáfora literaria y también socio-política, dando pie a expresiones como esa, tan en boga, de los fondos-buitre. Tras lo ocurrido esta semana pasada, en la que llueve sobre mojado, no sé por qué, se me ha ocurrido pensar en cómo andará nuestra población de buitres y, en cálculo grosero, he visto que en esta parte de Euskadi vuela el 3% de la población europea del buitre leonado, una alta proporción en relación al 0,3% de los habitantes humanos del continente.
No tiene un pase lo que están haciendo. No lo tiene. Una cosa son las posiciones políticas de cada cual y las pretensiones que cada partido pueda tener. Otra cosa es actuar en modo acoso y derribo sistemático contra Osakidetza, el Departamento de Salud y la consejera, Gotzone Sagardui. Acoso y derribo, manipulación y mentira descarada. Todo ello, bajo el manto de la hipocresía más cínica, haciendo apelaciones a “la verdad” o a “la necesidad de confianza” de la sociedad en sus servicios de salud en lo más crudo de la pandemia. Buscan hacer carroña de lo mejor que tenemos, que es nuestro servicio público de salud, con el único objetivo de minar políticamente al PNV. Ya lo estaban haciendo antes y vuelan en círculos, cada vez más cerrados, desde el inicio de la pandemia. Primero fueron las EPIs y los equipos de UCI, cuando en toda Europa no los había y, sin embargo, Osakidetza los prestaba a Soria o Madrid. Luego las PCRs, cuando desde el primer momento se han hecho más pruebas que en ninguna parte. Luego las medidas adoptadas para rebajar la interacción social, a veces por duras, a veces por blandas. O, incluso, al mismo tiempo, por duras y blandas. La oposición en ningún momento ha estado para arrimar el hombro, solo para torpedear.
En fin, hace pocos días “el tema estrella” era la descalificaban la estrategia de vacunación de Osakidetza, es decir, la estrategia de garantizar la vacuna completa a quienes reciben la primera dosis. Y, ahora que hemos visto cómo en tantos sitios no tienen para segundas dosis, en lugar de disculparse humildemente, que es lo que tenían que haber hecho, arrecian en sus vuelos rasantes contra la consejera por el tema de las, ciertamente pocas, vacunaciones irregulares. Han construido una caza de brujas sin cuartel a pesar de las explicaciones detalladas ofrecidas por esta de todo lo ocurrido, a pesar de que los dos gerentes que se pusieron vacunas sobrantes han tenido que abandonar el cargo de manera fulminante, a pesar de que se ha cumplido el programa de vacunación de las residencias, a pesar de que una cuarta parte de los trabajadores de Osakidetza ya han recibido la vacuna, a pesar de que Osakidetza sigue haciendo frente de manera eficaz a la tercera ola.
Resulta descorazonadora esa clase de política que en lugar de comprometerse con el bien común se dedica, en cuerpo y alma, a la estrategia del hostigamiento y el asedio. Por no hablar del nivel del sindicalismo acusón, tan implacable, pillado infraganti con la vacuna puesta en el brazo de algún que otro liberado que, con un cinismo asombroso, echa balones fuera y culpabiliza a la consejera.
Parece mentira que en la semana en que se han debatido las enmiendas a la totalidad al Proyecto de Presupuestos del Segundo Año de la Pandemia, las cuentas que el Gobierno Vasco ha presentado para habilitar partidas con las que hacer frente a las necesidades de la más grave crisis social, económica y sanitaria que recordamos, prácticamente nadie se haya acordado del tema. Nos han tenido muy ocupados con la escenificación, tan teatralizada como manipulada, en torno a los whatsapp del exgerente de Santa Marina, lo cual es buena muestra del nivel político en el que estamos inmersos. El Presupuesto, que será aprobado por la amplia mayoría de representantes democráticos del Parlamento Vasco al Gobierno, es un buen Presupuesto, el mayor que ha habido nunca, con un incremento del 7,1% hasta alcanzar los 12.442 millones. Los grupos de la oposición han tenido oportunidad de aportar, pero no han querido. El PP se autoexcluyó desde el primer momento. A los de Elkarrekin-Podemos, sin ser necesario su voto, se les ofrecieron partidas de gasto por 90 millones de euros, pero a los morados les pudieron las ganas del “no”. Y EH Bildu ni siquiera llegó a hacer creíble la apariencia de que su oferta de negociación iba en serio, lo suyo fue una rueda de prensa.
Una rueda de prensa de presentación de sus enmiendas y otra media docena intentando dar la vuelta a la tortilla: Maddalen Iriarte acusó al Gobierno Vasco de quererlos excluir “porque sabe que es la única alternativa” al PNV, cuando la realidad es que EH Bildu no quiere, nunca ha querido hasta ahora, acuerdos con el PNV porque todo su afán se centra en proyectarse como alternativa. Lo cierto es que EH Bildu presentó una propuesta realizada para que se les dijera que no y para, a renglón seguido, acusar al Gobierno Vasco de haberles dicho que no. En Nafarroa, ante el Gobierno de Chivite, EH Bildu ofreció voluntad de colaboración y pragmatismo. Las demandas al Gobierno de Urkullu, sin embargo, no han atendido al mínimo principio de realismo, ni sobre las disponibilidades presupuestarias ni sobre el ámbito competencial. La comparación entre el acuerdo presupuestario de EH Bildu en Nafarroa y el contenido de lo reclamado al Gobierno Vasco resulta demoledora. Y eso, sin olvidar que tenemos demasiados malos precedentes en todos los años anteriores de Gobierno Vasco, entonces en minoría: exactamente la misma estrategia. Según Maddalen Iriarte, “los Presupuestos, los Fondos Europeos y las Finanzas Públicas son los ejes de un único debate”, con esa afirmación defendió su propuesta como un todo indivisible.
Pues bien, mientras en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa EH Bildu pretendía “un marco político permanente para el debate” en la definición de proyectos y en la gestión de Fondos Europeos – intentando, por cierto, hacer creer que quien gobierna es la oposición cuando va de suyo que el que gobierna es el Gobierno–, en Nafarroa tales fondos ni se mencionan. En cuanto a las Finanzas Públicas, mientras EH Bildu exige al Gobierno Vasco, la aplicación de la famosa “tasa Covid” primero y, de seguido, “una profunda reforma fiscal” aunque Lakua no es competente en materia fiscal al serlo las Juntas Generales, al Gobierno de Nafarroa, siendo competente y estando en minoría, le deja ir con una fórmula de compromiso: “se mantienen las distintas posturas de cada parte”. De hecho, los dos únicos acuerdos en Nafarroa sobre materia fiscal son tan difusos como “un estudio” sobre los beneficios fiscales en el Impuesto de Sociedades y “un informe” sobre fiscalidad verde. Y en cuanto al Presupuesto propiamente dicho, en la comunidad autónoma exigen 429 millones, pero en Nafarroa se conforman con 9,4 millones –el 0,19%–, dirigidos, por cierto a los pueblos navarros en los que tienen alcaldía. Esto último tiene su gracia si recordamos que el año pasado, EH Bildu descalificó a Podemos porque en su acuerdo presupuestario con el Gobierno Vasco “solo” había logrado 89 millones, el 0,75% del presupuesto, y porque había “copiado” el “clientelismo del PP” al atender a colectivos afines con las partidas logradas. Etc. etc.
La comparación entre el acuerdo alcanzado en Nafarroa y el discurso y las pretensiones mantenidas en esta parte de Euskadi deja en evidencia una realidad que no deja de ser lamentable para el futuro de nuestro Pueblo: aunque lo repitan, la cuestión no es ideológica porque, si lo fuera, no rebajarían hasta ese punto sus pretensiones en Nafarroa –por no hablar de su acuerdo presupuestario con el Gobierno español–. Es estrategia pura y dura. Una estrategia sistemática para desplazar al PNV.Y si hay que ser injustamente cruel con Gotzone Sagardui, se es. Y si hay que minar Osakidetza en plena pandemia, tanto les da. A pesar de ellos, también saldremos de esta.
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