14 nov. Madrilen bai, kamarada?
Trump sigue porfiando en demostrar su naturaleza histriónica, egocéntrica, antidemocrática y mentirosa. Empeñado en poner al pairo el sistema democrático de los USA, impugnando el voto popular y aplicando, sin rastro de escrúpulo, el arma más poderosa que tiene un político sinvergüenza: la mentira. La mentira es la principal corrupción de la política porque socava la democracia descalzándola de los valores que le deben ser inherentes y porque mina la confianza requerida para que funcione. Trump ha llevado la mentira política a niveles patológicos, pero no es, desde luego, el único exponente de la misma. Tampoco es patrimonio exclusivo de una ideología política concreta: por poner solo un ejemplo, que no le va a la zaga al norteamericano, reconozcamos las habilidades del venezolano Maduro y tantos otros. Y tampoco nos es ajena.
Hablando de esto de las mentiras en la política, PSOE y Podemos acaban de crear una “Comisión contra la Desinformación”, por cierto con la colaboración del CNI. Pero, como ha dejado dicho el Gran Wyoming, que de esto controla bastante: “¿qué hay de la desinformación por parte de los políticos?”. Buena pregunta. Pero caben más preguntas. Por ejemplo, partiendo de la base de que “desinformar” es similar a “ocultar la verdad” o a “acusar en falso”, ¿no es desinformar que la Mesa del Congreso, con los votos del PSOE, PP y Vox, impida que el Ministro Marlaska dé explicaciones sobre el último artefacto de la Guardia Civil contra los independentistas catalanes, el estrambote de los rusos y Puigdemont, que han bautizado como “Operación Volhov”? O esta otra: ¿no es desinformar que el Ministerio haya prohibido a los medios gráficos acercarse al puerto canario de Arguineguín para que no puedan reflejar en imágenes la situación de las mil personas migrantes allí hacinadas y sin derecho a asistencia legal?
Menos mal que, entre tanta desinformación, esta semana ha habido también información novedosa. En mi anterior artículo, apuntaba que no parecía que EH Bildu tuviera intención “de hacer seguidismo de las admoniciones de ELA” en contra de los presupuestos del Estado. Pues efectivamente: el miércoles Arnaldo Otegi disipó todas las dudas –si es que las había–: “EH Bildu considera de forma sólida la posibilidad, no solo de facilitar los presupuestos, sino de mantener una posición proactiva y favorable a aprobar los Presupuestos Generales del Estado”. Eso sí, dejó una pequeña puerta abierta; “aunque finalmente la última decisión la vayan a dar nuestros militantes”. Al escuchar esto último me acordé de que EH Bildu presentó su candidatura al Parlamento Vasco por Gipuzkoa ante la Junta Electoral antes de que terminara el plazo para que su militancia pudiera “validar las candidaturas definitivas”, de modo que no parece que por ese lado vayan a tener mucho problema.
Según Otegi “se está jugando la orientación política del Estado para los próximos años” y está “estéticamente muy bien” que el Gobierno español de coalición “parezca el Frente Popular” de la II República Española, aunque “tiene que venir acompañado de medidas: una, la política penitenciaria; otra, los derechos sociales y económicos; y otra, el modelo territorial”. Es evidente que la prioridad absoluta de la Izquierda Abertzale son los presos y que la “relación muy fluida” con el PSOE, en combinada Nafarroa-España, busca en primera instancia ese cambio en la política penitenciaria que hasta la fecha se está materializando en el acercamiento de un centenar de los 197 presos de ETA que siguen en la cárcel. Está bien el acercamiento y, aún mejor, que se produzca un cambio del paradigma de la política penitenciaria vindicativa a una normalizada. A ese respecto, nada que objetar. Si hubieran requerido del apoyo del PNV lo hubiesen tenido, porque somos muy conscientes de que es el PSOE quien tiene las llaves de las cárceles.
También es posible que, más allá de la cuestión de los presos, Otegi esté trabajándose un entendimiento más estratégico con el PSOE y con Podemos: esa “alternativa de izquierdas” con la que lleva tiempo coqueteando como fórmula para desplazar al PNV, no tanto en Madrid, aunque también lo pretende, sino aquí, en Euskadi. Ha dicho Otegi que “tiene la sensación de que lleva toda la vida hablando con el PSOE” y ha añadido “que nunca ha habido ruptura”. Esa afirmación tampoco puede extrañar a nadie que recuerde aquella entrevista de 2004 en “Cambio 16” –unos meses antes de que votaran, displicentemente, tres votos a favor y tres en contra del Nuevo Estatuto Político- en la que decía: “estoy más cerca de las tesis de Jesús Eguiguren que de la filosofía de Ibarretxe” y “preferimos que el PSOE gobierne a que lo haga el PNV”.
En todo caso, más allá de los acercamientos, es previsible que pretendan vender algún otro logro, más tangible, de la negociación presupuestaria. La intervención de Oscar Matute en el debate de las enmiendas a la totalidad no nos desveló nada, solo que, según EH Bildu, el Presupuesto del Estado supone dar “unos pasos tímidos” para “cambiar la deriva neoliberal” en un discurso adornado con menciones a referentes ideológicos como Rosa Luxemburg y Piotr Kropotkin. Ninguna protesta por los 1.700 millones que, si tienen a bien los Fondos Europeos, se dedicarán al TAV, y mira que el tema ha sido “casus belli” en cada debate presupuestario en Euskadi. Eso sí, hizo referencias “a lo que los pensionistas piden en la calle”, aunque el 0,9% de incremento por IPC que recoge el Proyecto de Presupuestos se queda algo lejos del famoso “1.080 €” que aquí exigen insistentemente. Alusiones a la reforma fiscal “que está bien” aunque se queda “algo corta”. ¿No es desinformación afirmar que la reforma fiscal que han incluido PSOE y Podemos en el debate presupuestario “está bien” para cambiar “la deriva neoliberal” cuando no llega al nivel del sistema fiscal vasco y, sin embargo, se acuse machaconamente de “neoliberal” a este? De todos modos, lo más llamativo del discurso de Matute fue la alusión a “el dinero que se gasta en la gente y no el que se malgasta en Ejércitos y militarismos” y esa mención no deja de tener su aquel de “venta política fake” cuando resulta que la Izquierda Abertzale va a votar un Presupuesto que recoge, precisamente, 9.072 millones para el Ejército Español, el triple de lo que se dedica al Ingreso Mínimo Vital, sin que acabe ahí la cosa “de los militarismos” ya que el Presupuesto recoge otros 7.070 millones a la Policía y la Guardia Civil, hasta hace nada “fuerzas de opresión de Euskal Herria”. Como decía la canción de Hertzainak: “Nola aldatzen diren gauzak! Kamarada”.
Cierto es que las cargas que contienen los presupuestos del Estado no lo son solo para la Izquierda Abertzale: lo son para todos los abertzales y siempre han estado ahí. Pero no es menos cierto que la crítica de la Izquierda Abertzale contra el PNV por sus acuerdos presupuestarios en Madrid ha sido sistemática y bastante cruel. Claro que es sabido que el argumento-fuerza de “vamos a tumbar al régimen” es inapelable –entiéndase la ironía–. En todo caso, se está repitiendo que EH Bildu está haciendo lo mismo que hace el PNV, pero no es así. No es lo mismo acordar urgido por las necesidades propias derivadas de errores estratégicos del pasado que negociar las cuestiones políticas, económicas y sociales del presente que son prioritarias para el interés general del Pueblo. Y en esa estrategia, el PNV también acierta.
Por lo demás, es importante que la Izquierda Abertzale vaya descargando el lastre político y emocional que le supone la cuestión de los presos. Eso sí, que tengan claro que el PSOE nunca da nada gratis: toma muy bien la medida de las necesidades de sus potenciales socios y gestiona los tiempos desde la razón de Estado. Está por ver en qué quedan “las medidas del modelo territorial” que, según Otegi, han planteado al Gobierno español. Está por ver qué compromiso, siquiera verbal, pueda estar apalabrando con el PSOE y Podemos en torno al derecho a decidir. Porque PP, Cs y Vox estarán haciendo todo el teatro que quieran, pero las luces de alarma solo se encienden en España, da igual si en la España roja o en la azul, cuando intuyen que el acuerdo es posible entre abertzales. En su día lo vimos en Euskadi y lo hemos visto no hace tanto, en Catalunya. Ese es el reto.
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