Septiembre

La vuelta de las vacaciones nos sitúa exactamente en el mismo lugar donde lo dejamos: la política española sigue en bucle. Cualquiera de las declaraciones de estos días podrían ser cortes enlatados de mayo, junio… Se habla de Italia, pero Italia por lo menos se ha zafado del facha de Salvini y su Liga Norte. Esperemos que el nuevo gobierno no nos reproduzca situaciones lamentables como las vividas este verano  con los barcos de rescate humanitario, aunque las posiciones europeas en general –y la del gobierno español en particular, que ha quedado descarnadamente en evidencia ante la crisis del Open Arms–, no parecen dejar mucho resquicio a la esperanza. O a lo mejor sí y Europa se empieza a tomar en serio una propuesta como la presentada por el Lehendakari Urkullu al Papa Francisco. A lo mejor Europa, e Italia y el gobierno del PSOE dejan de hiperventilar y ante la tragedia humana del Mediterráneo, empiezan a pensar. A pensar con la cabeza y con el corazón, con ambos, que es lo que viene a plantear la propuesta Share del Gobierno Vasco.

Mientras tanto, el Gobierno de Sánchez podría empezar por hacer algo sencillo, algo básico, que no requiere de mucho Consejo de Ministros ni de gran papeleo: levantar la prohibición inicua de salvar personas impuesta al Open Arms y a nuestro Aita Mari y dejar sin efecto la amenaza espuria de 900.000 euros de multa por actuar de acuerdo con lo que ordena la ética más básica. Estaría bien que lo hicieran y se dejaran de argumentos que duelen en la conciencia, como ese que dice que si no hubiera barcos de salvamento ante las costas libias los refugiados no se echarían a la mar y se acabaría el problema. Cada vez que escucho a alguien utilizar ese razonamiento me pregunto cuántas personas perdidas en el mar estaría dispuesto a asumir sobre su conciencia mientras la medida de no rescatar a ninguna cursa su efecto disuasorio en el infierno libio.

Digan lo que digan y aunque los problemas que se plantean sean realmente muy complicados, hay cuestiones que nunca deberían ser puestas en duda. Una de ellas: es un imperativo ético sacar del mar a cualquiera que esté en peligro de hundirse. Sin preguntar si es sirio o eritreo. Sin mirar si es blanca o negra. Sin especular si será o no buena persona. Sin calcular si dispondrá de una licenciatura o si será analfabeto. Solo, y no le hace falta más requisito, por ser persona.

En fin, que lo de España sigue en bucle. Da la sensación, o algo más que la sensación, de que Pedro Sánchez,  desde el minuto uno tras ganar las elecciones, ha tenido pocas ganas de arreglarse con Podemos. Que si la desconfianza insuperable, que si no puede haber dos gobiernos en uno… y la más curiosa para cualquiera de esta parte de Euskadi¬ teniendo en cuenta la composición del Gobierno Vasco: que Podemos no le da la mayoría absoluta.

Hasta cierto punto es entendible la prevención del PSOE con respecto a Podemos, al fin y al cabo se suele decir que no hay peor cuña que la del mismo palo, y una fórmula de gobierno con la formación morada, nacida precisamente como alternativa “auténtica” a la socialdemocracia “vendida al neoliberalismo” del PSOE, previsiblemente no sería fácil de gestionar. Pero ¿cuándo ha sido fácil de gestionar ninguna fórmula de coalición? Que se lo pregunten a Ardanza o a Ibarretxe, al lehendakari Urkullu. Que se lo pregunten a Uxue Barkos, presidenta de Nafarroa hasta hace semanas. En Euskadi el PNV ha suscrito muchos acuerdos, de coalición y de no coalición, con muchos partidos distintos, siempre con el objetivo de estabilizar las instituciones, de cumplir programas, de hacer política y de servir al bien general. Si la fórmula es compleja de gestionar, se emplea más habilidad.

Pero bueno, esa es la forma que tenemos de hacer las cosas en Euskadi. En Madrid, no. Por lo que se ve en Madrid tienen alergia a las coaliciones de gobierno. Y que no me vengan con que lo que falla es la fórmula para proceder a la investidura del Presidente. No es la fórmula lo que falla, sino la habilidad o la voluntad del candidato. Y esto no lo digo yo, lo dijo Pedro Sánchez en 2016: “La responsabilidad de que el señor Rajoy pierda la investidura es, en exclusiva, del señor Rajoy por ser incapaz de articular una mayoría”. Aplíquese la lógica más lineal al caso que nos ocupa.

Dicen que aún quedan días para negociar. El propio Pedro Sánchez este jueves nos dio lecciones sobre el concepto negociar. Dijo que “saber negociar es querer negociar, no imponer sino acordar”. Así pues, queda por ver en qué medida se quiere negociar. Si se quiere, se sabe y si se quieren elecciones, no se sabe, o algo así. Estaría bien que quisieran negociar y no quisieran elecciones y que, queriendo negociar, supieran hacerlo. De ese modo nos evitaríamos las cuartas elecciones a Cortes Generales en cuatro años. En qué democracia que se precie se ha visto semejante esperpento. Y luego dicen de Italia. Si es cierto que lo que quiere Sánchez son otras elecciones, Podemos lo tiene fácil para desbaratar su estrategia: que anuncie que le apoyará, aunque no quiera.

En todo caso, aquí, en Euskadi, no nos debemos despistar aun reconociendo que con el ruido incesante de la política española no es fácil –a veces es difícil hasta mantener el equilibrio y no  caerse sentado–. Es verdad que en Madrid se toman muchas decisiones que tienen efecto directo en Euskadi y, en la medida en que eso es así, no tenemos más remedio que estar al tanto, y al quite, de lo que se cuece allí. Muchas veces nada bueno, por cierto. Pero los vascos debemos tener claro que lo importante, lo fundamental, es trabajar en nuestro propio proyecto político de la mano de las instituciones que nos son propias. Eso que se dice en los mítines y en los actos del PNV de que “si de verdad pretendemos un Estado Vasco debemos pensar y actuar como si lo fuéramos” es una frase sobre la que deberíamos pararnos a pensar todos un momento, porque guarda una fórmula de reafirmación en lo propio, de tener confianza en lo que somos y en lo que podemos, de considerarnos mayores de edad a todos los efectos políticos, de sacudirnos las actitudes paternalistas con las que, en ocasiones, nos quiera tentar España. Esta resistencia tiene un trasfondo de rebeldía y de inconformismo, por lo tanto de acicate para la mejora continua. Y también de amor propio, que no sé si es concepto de moda o denostado en estos tiempos tan post-modernos, pero que me parece un buen concepto. Y al mismo tiempo que todo ello, es una frase que nos ayuda a avanzar en el camino lleno de trabas, trampas y obstáculos que algún día –ese día que en el Estado se replanteen las bases de una verdadera democracia– nos llevará a decidir sobre nuestro  futuro político y a ganarlo.

Mientras tanto, a día de hoy, nuestras Diputaciones Forales y nuestros Ayuntamientos han comenzado su legislatura. Se han nombrado los gobiernos forales –todos de coalición, por cierto- y se han presentado los nuevos programas de gobierno. También se ha conformado el nuevo Gobierno Foral de Nafarroa, también de coalición, y aunque no ha sido posible repetir la formulación de la pasada legislatura con Geroa Bai en la presidencia, sí podemos decir que en Nafarroa hemos hecho una inversión política de fondo, porque formando parte del gobierno de la socialista María Chivite, por primera vez el PSN ha cambiado de eje político y no se ha plegado a la “Estrategia de Estado”, como sí lo hizo en el famoso “agostazo” y en otras ocasiones.

Al Gobierno Vasco le queda por delante un año de legislatura. El próximo día 20 se celebrará en el Parlamento el debate de Política General, y será difícil que el debate en nuestro Parlamento se pueda despegar del remolino español. Más allá de debates, no estaría mal que algunos que se han mostrado tan decididos a ser “decisivos” en el Congreso español cambiaran su actitud y expresaran su voluntad –la sincera, de la otra ya tuvimos sobredosis el pasado año– de negociar los Presupuestos vascos, y así ser también decisivos en Euskadi. Podrían hacerlo a pesar de haber recibido ya el dictat de ELA.

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