23 uzt. V, de verde PNV
Hoy, 23 de julio, estamos llamados a decidir quién va a representar a Euskadi en Madrid. Eso es lo que se va decidir: quién defenderá en Madrid a Euskadi, a la nación vasca, el autogobierno vasco, los intereses generales de la ciudadanía vasca. Y tenerlo claro es importante, porque los españoles han planteado la campaña como si se tratara de elecciones presidenciales, de una opción binaria –Sánchez o Feijoo–, de la tradicional polarización española entre rojos o azules. Una polarización a la desesperada.
Pero hay algo en lo que los rojos y los azules siguen estando de acuerdo, como han estado siempre: unos y otros son españoles. Y nosotros, no. Y esta es una cuestión básica porque la pervivencia del Pueblo Vasco depende de ella.
De modo que nos toca, por sentido de pertenencia, por identidad política, por responsabilidad histórica, volver a demostrar lo que somos. Por mucho que unos nos prometan arcadias felices pintadas en rojo español –por cierto, olvidando que la deuda pública española ha llegado a un billón y medio de euros, lo cual no va a ser fácil de gestionar, gobierne quien gobierne– y otros nos amenacen con la versión más carpetovetónica del azul español-español, a nosotras nos toca mantener nuestro mapa en verde.
El verde siempre ha sido nuestra garantía. Nuestra carta en un juego difícil. La carta que nos ha permitido movernos en Madrid para defender a Euskadi ante unos y otros. Si jugamos a la roja o a la azul, ¿por qué nos van a tratar mejor que a Murcia? Con el verde podemos frenar su afán de uniformismo político-cultural. Sin el verde no seremos más que cuatro “provincias” entre 50; solo seremos eso, con independencia de quién gobierne.
Es verdad que ahora hay dos verdes: el de EAJ-PNV y el de EH Bildu. Como no les gusta recordar su historia, no podremos decir que este último es el verde que representa a los que antes consideraban que ir a Madrid era “venderse por un plato de lentejas”. Pues no lo recordaremos, que son muy sensibles cuando se trata de lo suyo. Solo diremos que ahora andan encantados de la vida codeándose con ministros españoles.
En la campaña que ha hecho el verde de EH Bildu hemos oído “cosas” tales como “no recuerdo un acuerdo con EH Bildu que el Gobierno no haya cumplido” –Mertxe Aizpurua dixit–. Pues resulta difícil no recordar el sonado donde dije digo, digo Diego en torno a la derogación de la reforma laboral de Rajoy –así, por soltar una a boleo–. También hemos oído decir a la misma candidata que están dispuestos a apoyar la investidura de un eventual presidente Pedro Sánchez a cambio de nada. A CAMBIO DE NADA. Nunca un verde se lo puso tan fácil a ningún presidente de España.
Cuando empezaron a ir a las Cortes españolas dijeron que iban a “tumbar el régimen”, lo cual se ha traducido en votar a favor de las mismas leyes que ha apoyado el PNV; la única diferencia radica en que el PNV no ha admitido un par de leyes que nos roban autogobierno de forma descarada porque no pierde el oremus a cambio de un par de titulares.
Eso sí, EH Bildu ha gestionado las “consecuencias” del conflicto armado: traer a los presos de ETA a cárceles vascas. Por lo demás, el régimen ahí sigue, a lo suyo: con su rey –“su majestad, su majestad”, como le llamó uno de la marca Amaiur al viejo Borbón–, con su IBEX 35, con su Ejército y su Guardia Civil, con su Ley franquista de Secretos Oficiales, con su Ley Mordaza, con su Tribunal Constitucional dando la razón a Vox en contra del euskera, etc.
Los que iban a Madrid a “tumbar el régimen” ahora dicen que van a enviar “embajadores provisionales” de la futura República Vasca. Es lo que tiene EH Bildu: les falta correspondencia entre lo que aparentan ser y lo que acaban haciendo. Y vale, en política todos estamos obligados a gestionar nuestras incoherencias, pero resulta totalmente incongruente proclamar “vamos a tumbar el régimen” y acabar haciendo cosquillas, cuando no, siendo complacientes con la recentralización de nuestro autogobierno. Y si los “embajadores provisionales” van con la encomienda de votar gratis et amore a Pedro Sánchez para presidente, da toda la impresión de que tienen intención de seguir de “provisionales” hasta el siglo XXII, como mínimo.
Luego ya viene la parte más “fake” de la campaña verde-Bildu. Ahí han andado, a lo suyo, con lo del falaz “acuerdo” del PNV “con PP-Vox”: una mentira que han querido convertir en eslogan, como en la retórica trumpista. Cuando, en el debate de ETB, Aitor Esteban acusó de mentir a Mertxe Aizpurua, ella respondió “lo sabe la gente”, a lo Trump. ¡Ya! Cuando resulta que han tenido consigna de sus responsables de campaña de repetirlo por lo menos dos docenas de veces al día. Preguntada por lo mismo en una entrevista, Aizpurua respondió: –si es mentira– “¿por qué le ha dado el voto entonces el PP?”. No cuela. Respuesta: pues porque el argumento central de la campaña del PP contra “el sanchismo” ha sido la acusación de haber gobernado en modo “frankenstein” con EH Bildu. Siendo esa la principal baza azul contra el PSOE, evidentemente, el PP de ningún modo podría posibilitar gobiernos de EH Bildu. Aizpurua y los suyos conocen perfectamente la respuesta cierta a esa pregunta retórica pero, cínicamente, les da igual. –Pd: lo del reparto de comisiones en Gasteiz lo hicieron sin acordarse, ni unos ni otros, de que seguían en campaña –
Lo mismo que, cínicamente, quienes andan repitiendo que “antes patria que partido” no dudaron en dar su voto a la lista del PSOE en Larraul, donde EH Bildu no presentó candidatura, para que la lista del PNV no tuviera opción de ganar en las pasadas elecciones municipales. Este de Larraul ha sido un bonito ejemplo de hasta dónde llega “la patria” de EH Bildu: básicamente, hasta que entra en colisión con la prioridad de derrotar al PNV. Larraul es pequeño y ha pasado desapercibido, pero, de haber podido, habrían hecho lo mismo en otros lugares. Aunque la situación no es análoga, si EH Bildu hubiera antepuesto la patria al partido, el alcalde de Iruña sería de Geroa Bai y UPN no gobernaría la capital navarra.
Y, en el capítulo del cinismo, uno de los titulares de esta campaña lo ha dado Patxi López del PSOE –¿no es curioso cómo estos son del PSE hasta que se hacen hueco en Madrid?– al decir que “no sería la primera vez que el PNV apoya un gobierno del PP”. Cierto es que el PNV cerró el cupo con el PP en 2017, tras 10 años de retraso, y cierto es que obligó al PP a incrementar las pensiones hasta alcanzar el IPC en 2018 y 2019 –cuestión por la que, por cierto, Garrido de Sumar y Romero del PSE acusaron de “mentir” a Maribel Vaquero, por lo cual deberían pedir perdón a la candidata del PNV–. Pero, vamos, que Patxi López, lehendakari por obra y gracia del PP, se descuelgue con ese titular tiene su guasa.
Lo que está claro es que Euskadi necesita el verde del PNV. El que no va a dar un cheque en blanco a nadie; el que en Madrid no pierde el norte, que es Euskadi; el que no responde a otros intereses más que a los de su nación y su pueblo; el que defiende que seamos cada vez menos dependientes y reclama una nueva relación con el Estado de igual a igual; el que abomina de las trampas que tiende el populismo; el que levantó la ikurriña durante la República “hacia la libertad, sin titubeos, aunque la revolución ruja a nuestra lado, una vez a cargo de las derechas, otra vez a cargo de las izquierdas extremas”. Estas últimas son palabras del lehendakari Agirre, pronunciadas cuando fue diputado en esas mismas Cortes que se eligen hoy; son palabras del líder que levantó la ikurriña de los gudaris para defender Euskadi de los fascistas. Ese es el verde que necesita Euskadi para que unos u otros, rojos o azules, la respeten.
Para terminar, abandono el análisis de campaña y cambio de tema. Hoy tenemos urnas y, además, termina el Tour. Un Tour que partió de Euskadi, que fue todo un éxito mientras corrió por nuestras carreteras, que convocó a miles y miles de vascos con miles y miles de ikurriñas, y demostró al mundo que somos un Pueblo. Un éxito que, organizado por las instituciones vascas, fue disfrutado y vivido como tal por la ciudadanía.
El Tour en Euskadi salió tan bien que chafó algunas expectativas: las de quienes esperaban que las cosas no fueran bien y así poder utilizarlo contra el Gobierno Vasco. Y quienes así lo esperaban dejaron rastro por escrito en el Parlamento Vasco.
El 21 de abril, EH Bildu presentó una solicitud de comparecencia del consejero Bingen Zupiria en estos términos: “teniendo en cuenta LOS GRAVES PERJUICIOS que ha causado LA FALTA DE PREVISIÓN, tanto en lo económico como en el día a día de la ciudadanía, … se ha considerado conveniente pedir explicaciones”. Pasaron los días y los “graves perjuicios” previstos parece que se les difuminaron y, el 20 de junio, EH Bildu presentó un segundo escrito en el Parlamento: “se solicita posponer la solicitud de comparecencia”. El caso es que el 1 de julio se corrió la primera etapa con gran éxito de ambiente y público. Luego, la segunda y la tercera… Y, el 5 de julio, ya convencidos de que no tenían chance para ese ejercicio de tremendismo populista que tan bien saben hacer, presentaron “la retirada de la solicitud de comparecencia para dar explicaciones sobre la organización del Tour”.
Lo anterior no es más que una anécdota, un ejemplo que ilustra la forma que tienen algunos de entender la política. Es un ejemplo que viene a demostrar, como si fuera una parábola, que los verdes no son iguales. Que hay que “pensar en verde”, sí, y, sobre todo, elegir el verde que de verdad hace patria y hace país.
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