Determinantes sí, para Euskadi

Aunque parezca que no, en política se producen movimientos. Esta semana hemos sido testigos de uno que, para cualquiera que tenga algo de memoria, merece ser tenido en cuenta. El pasado domingo pudimos leer una entrevista a Arnaldo Otegi en la que el coordinador general de EH Bildu anunciaba que con su representación en el Congreso “van a abrir la posibilidad” de que el PSOE gobierne, y añadió que “van a ser determinantes”. Mejor dicho, con esa arrogancia que se les reconoce sin dificultad, la de toda la vida, y tras ironizar que “el PNV ha tenido tanta influencia que no ha completado en 40 años el Estatuto”, afirmó, tajante, que van a ser “más determinantes” que el PNV, “por pura aritmética”, ya que Otegi cuenta para sí los diputados de ERC.

Dejando a un lado la arrogancia que he mencionado, no es pequeña la evolución política que contiene esa intención, una evolución que se olvida ya de todas aquellas décadas en las que la Izquierda Abertzale “no pisaba” el Congreso, o si lo hacía era en ocasiones muy testimoniales, o no recogía las credenciales, o abogaba por la abstención, eso cuando no le impedían concurrir a las elecciones en aplicación de una Ley de Partidos que recortaba la expresión democrática de una parte de la ciudadanía vasca. Es verdad que desde 2011, primero como Amaiur, y luego como EH Bildu, han concurrido con normalidad a las elecciones Generales. Ahora bien, su presencia en el Congreso ha venido siendo irrelevante a los efectos de lo que Otegi establece como objetivo a futuro: ser “determinantes”. Es cierto que votaron a favor de la moción de censura a Rajoy y que posibilitaron a Sánchez como presidente, pero también es cierto que sus votos no fueron decisivos, del mismo modo que no lo fue su posición contraria al presupuesto presentado por Sánchez, habida cuenta de que los votos de los grupos catalanes eran imprescindibles para que salieran adelante.

Sin embargo, el cambio de estrategia no ha esperado al resultado de las elecciones: el martes pudimos ver cómo Arnaldo Otegi y Marian Beitialarrangoitia reclamaban con entusiasmo en una rueda de prensa lo “determinante” de su voto en la Diputación Permanente en la que al día siguiente se votaba la convalidación de los seis decretos ley que el gobierno del PSOE ha ido aprobando cada viernes desde que disolvió el Congreso. Según ambos, los decretos suponían “dar pequeños pasos en la buena dirección” a pesar de presentar “carencias”, y el voto afirmativo de EH Bildu que anunciaban era “determinante para modificar, siquiera parcialmente, las políticas públicas para mejorar la vida de la gente”.

En realidad su voto no era más “determinante” que el de todos los demás, puesto que todos eran necesarios, y en última instancia, el más determinante de todos, resultó ser el del PNV, ya que no desveló su intención hasta producirse la votación del decreto de alquileres. Pero lo importante no es lo “determinante” de un voto, sino en qué se traduce ese voto. Es decir, el voto de EH Bildu ha sido determinante –como el de todos los demás– para aprobar las medidas planteadas por el PSOE, pero para nada más. Y el voto del PNV ha sido determinante para aprobar, efectivamente, las medidas planteadas por el PSOE… y para algo más. Y ese “algo más”, lo que viene en llamarse “la agenda vasca”, es lo que, muy trabajosamente, arranca el PNV al Gobierno de Madrid de turno. En este caso, la convocatoria oficial de la Comisión Mixta para formalizar la transferencia de cuatro materias pendientes de cumplimiento en el Estatuto: la legislación de productos farmacéuticos, el seguro escolar, las jubilaciones de los trabajadores en ERE y los 77 km de la AP-8 en suelo de la Comunidad Autónoma de Euskadi. Es cierto que, de esas cuatro materias, tres corresponden al calendario de transferencias que, junto con otras, el Gobierno de Sánchez se comprometió a materializar en marzo y que no cumplió. Pero es que Otegi hizo bien en afirmar en su entrevista del domingo que no tienen “ninguna confianza en el PSOE” porque, una vez más, se ha cumplido la ley no escrita que hasta hoy nunca ha tenido excepción, haya gobernado el PSOE o lo haya hecho el PP: las transferencias, lo mismo que las inversiones para Euskadi, solo avanzan cuando el Gobierno español necesita votos. Y por mucho que hayan salido en tromba Idoia Mendia, Patxi López y Eneko Andueza hablando de “voluntades inequívocas a favor del autogobierno vasco”, de “diálogo institucional dentro de la legalidad” y negando “que haya vinculación” entre el apoyo del PNV a los decretos de Sánchez y las transferencias, lo cierto es que la regla se ha vuelto a cumplir.

La cuestión está en si EH Bildu, en esta nueva etapa que anuncia, está realmente dispuesto a influir de verdad, como lo hace el PNV, y a ponerse a colaborar con el Grupo Vasco para lograr del Gobierno español el cumplimiento del Estatuto, una ley orgánica ante la que Madrid continúa en rebeldía. Y si la colaboración puede ir más allá del cumplimiento estatutario, defendiendo, por ejemplo, el Nuevo Estatus, mucho mejor. Eso eso sí que sería negociar “como país”, cosa que, a pesar de lo que afirmó Otegi en su entrevista, es lo que siempre ha hecho el PNV.

La actitud que ha mantenido EH Bildu con su afán de ser “determinante” sobre los Decretos de Sánchez plantea otra cuestión. Si EH Bildu ha votado a favor atendiendo solo al hecho de que los decretos “iban por el buen camino”, sin intentar lograr nada más a cambio de su voto, ¿en qué ocasiones ejercerá su pretendida influencia?, ¿lo hará, acaso, cuando lo que se someta a votación no vaya por el camino amable del avance social?

Y siguiendo el hilo del “buen camino”, si los decretos del PSOE han merecido el voto afirmativo de EH Bildu porque “a pesar de presentar carencias, dan pequeños pasos en la buena dirección” y porque EH Bildu quiere “ser determinante para modificar,  siquiera parcialmente, las políticas públicas para mejorar la vida de la gente”… ¿cómo es que EH Bildu rompió la negociación presupuestaria con el Gobierno de Urkullu a pesar de “los pasos”, no tan pequeños, por cierto, que contenían? Recordémoslo: subir  la RGI con carácter general un 7% y a las personas beneficiarias del complemento de pensiones, un 13% en dos años; recuperar en un 5% las ayudas a la conciliación; incrementar en 45 millones los planes para el empleo de jóvenes y parados de larga duración, etc. ¿Por qué el propio Otegi se mostró escandalizado con el procedimiento de lectura única de las Leyes que presentó el lehendakari para incrementar la RGI o los conciertos escolares si el procedimiento de convalidación de los decretos ley de Sánchez viene a ser lo mismo? ¿Por qué EH Bildu se negó a votar aquellas leyes si suponían “mejorar la vida de la gente” aun en el caso de que, a su modo de ver, lo hicieran “siquiera parcialmente”? Supongo que su motivo no fue el de que mejoraban “solo” la vida de las vascas y de los vascos y quiero suponer que tampoco el de que las votaciones se enmarcaran en el Parlamento Vasco y no en el Congreso español. De modo que solo me queda una explicación: EH Bildu parece apreciar mejor “los pequeños pasos”, aun con todas sus carencias, del PSOE en Madrid que los del PNV en Gasteiz.

Acaso, y eso sería triste, y flaco favor le haría “al país”, lo que ocurre es que la evolución política de EH Bildu solo se ha producido con respecto a España, mientras, aquí, en Euskadi –o cuando menos, en la Comunidad Autónoma– sigue en su lucha por la hegemonía, empecinado contra el PNV. Sería mucho más lógico que las dos expresiones abertzales fuéramos capaces de llegar a acuerdos, más allá de las cuestiones políticas nacionales, y que también en cuestiones sociales fuésemos capaces de articular “pasos”, “pequeños pasos”, si se quiere, pero de esos que sirven para mejorar la vida de la gentedel Pueblo al nos debemos.

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