Presupuestos: responsabilidad, desaliento y perseverancia

El tema político de la semana han sido los presupuestos, y comienzo a escribir este artículo partiendo de la sensación que me ha producido conocer la ruptura de la negociación con EH Bildu y la consiguiente retirada del proyecto por el Gobierno Vasco: desaliento. Y no tanto por la situación que ello plantea para el Gobierno, porque también se puede gobernar en prórroga, sino por la imposibilidad de poder llegar a acuerdos con EH Bildu, que pone en evidencia lo ocurrido.

Me consta que el Gobierno Vasco ha hecho un esfuerzo de aproximación hacia los planteamientos de EH Bildu que se ha traducido en cinco ofertas consecutivas, cada una de las cuales mejoraba la anterior. La última de ellas el miércoles, horas antes de que llegara el final del plazo para alcanzar un acuerdo trasladable al debate de las enmiendas parciales. El Gobierno llegó hasta donde pudo llegar. Resumidamente, ésta fue la oferta: incrementar la cuantía de la RGI con carácter general un 3,5% en 2019 y otro tanto en 2020. A las personas beneficiarias del complemento de pensiones, una subida del 7% en 2019 –hasta los 783 euros– y del 6% en 2020 –hasta los 830–. Además, recuperar en un 5% las ayudas a la conciliación, incrementar hasta en 45 millones los planes de choque para el empleo de jóvenes y parados de larga duración y la posibilidad de acordar inversiones por 142 millones en dos años.

Pero EH Bildu, en respuesta, recuperó su propuesta anterior. Supongo que no habían escuchado lo que dijo Pablo Iglesias en el Congreso, haciéndose eco de las palabras del Lehendakari Urkullu: “un buen acuerdo nunca es satisfactorio para nadie”.

Leo esta otra frase de Arnaldo Otegi justificando el no a la última oferta del Gobierno, que me parece grave: “Al final, estamos hablando de dos modelos sociales. En el modelo social del PNV, se pone el dinero y después se tienen en cuenta cuáles son las necesidades, y en nuestro modelo es al revés, miramos cuáles son las necesidades y en base a eso ponemos el dinero”. El viejo argumento de la supuesta “confrontación de modelos” que EH Bildu se resiste a abandonar expresado en un juego de palabras, como si el dinero se fabricara a voluntad. Me parece una afirmación grave porque esa clase de lógica es la que lleva a los malos políticos a asumir el riesgo de acabar sin dinero y con un montón de necesidades sin respuesta. Es la lógica que acaba matando la política tras perder el norte del interés general.

Ésa, la ilógica lógica de mantener la ficción de la supuesta “confrontación de modelos”, es la que intenté demostrar como falsa en el debate que, en Juntas Generales de Gipuzkoa, mantuvimos el miércoles en torno a las enmiendas a la totalidad que presentaron los partidos de la oposición. En el empeño de EH Bildu de “confrontar modelos” argumentaba contra el Proyecto Foral de Presupuestos “que las Políticas Sociales no son una prioridad” para el Gobierno de la Diputación de Gipuzkoa “porque ‘solo’ alcanzan a ser el 47,57%”. Del mismo modo, EH Bildu se empeñaba una vez más en querer demostrar un supuesto “modelo fiscal del PNV” antagónico al suyo, argumentado que el modelo del PNV condena “a los trabajadores y consumidores de Gipuzkoa” a “soportar el 74% de la recaudación” refiriéndose a que en los ingresos del Presupuesto el cómputo de la recaudación por IRPF e IVA alcanzan ese porcentaje del total.

La realidad es que el famoso “modelo fiscal anti-neoliberal” del que hacía gala el Diputado General Garitano refiriéndose al Presupuesto de 2013, obligaba “a los trabajadores y consumidores de Gipuzkoa” a pagar por IRPF e IVA… el 76,2% del total de ingresos por recaudación fiscal. Cosa que, por otro lado, no es de extrañar porque los modelos fiscales de los países más avanzados se basan, precisamente en la recaudación de ambos impuestos.

Asimismo, año tras año, el Presupuesto de la Diputación de Gipuzkoa bate sus propios records de inversión social, superando por mucho lo que Bildu dedicaba al mismo Departamento: su mejor marca fueron los 458 euros per cápita en 2015. Desde entonces, con el PNV al frente del Departamento de Políticas Sociales, el dinero destinado por cada ciudadano ha sido: 481€ en 2016, 507€ en 2017, 525€ este año y en 2019 serán 542 euros por gipuzkoano los que se destinarán a política social. La realidad es que el “modelo de políticas sociales” de Bildu dedicaba en 2015, el mejor ejercicio de su legislatura, un 43,26% al Departamento de Políticas Sociales. Estos ejemplos son una muestra de la inconsistencia y la teatralidad que entraña el argumento “del modelo” como excusa para escapar del acuerdo.

Más allá de excusas para la venta en el ámbito interno del “no acuerdo”, intuyo que en la decisión de EH Bildu ha tenido su peso un análisis político más de fondo que se podría expresar de esta manera: si a pesar de que sus votos no le dan la mayoría, el PNV gobierna en coalición con el PSE, ¿qué beneficio obtiene EH Bildu prestando sus votos –o a los efectos, sus famosas dos abstenciones– para aprobar el presupuesto del Gobierno? Habiendo elecciones en pocos meses, ¿no seguirá contando el PNV en el PSE para gobernar Diputaciones y Ayuntamientos, a  pesar del apoyo que hubiera podido recibir por parte de EH Bildu para aprobar el presupuesto del Gobierno Vasco? Ese tipo de cálculo político ha podido ser decisivo en el enroque de EH Bildu, y en definitiva, en la frustración de un buen acuerdo, de esos que no satisfacen –al 100%– a nadie.

Pero si ha sido así, EH Bildu ha olvidado una de las leyes de la política, y de la economía, y de la vida: en política hay que arriesgarse a invertir en acuerdos políticos, económicos y presupuestarios para poder, después, rentabilizar la inversión.

No es suficiente, como puede creer EH Bildu, con que se haya prestado a un acuerdo en la cuestión política-nacional aprobando las Bases del Parlamento –cuyo contenido responde básicamente a la propuesta del PNV– mientras en todos los demás frentes se esfuerzan en proyectar esa supuesta divergencia de modelos de la que ha hablado Otegi. El drama de EH Bildu es que, tras 60 años, en lo político se avienen a la vía del PNV y en lo social han descubierto un modelo sólido, construido sobre los principios de solidaridad y justicia social. Y no tienen modelo alternativo. El nivel de las descalificaciones que contra Osakidetza o Bidegi, contra la RGI o las políticas sociales de las Diputaciones, en realidad, contra todas las políticas públicas sostenidas por el PNV, aplica EH Bildu en su competición de quién es más “turbo-izquierdas” con Podemos, le aleja de la centralidad necesaria para un acuerdo para hacer, de verdad, país. Para responder, de verdad, al equilibrio y la equidad que requiere el bien general de Euskadi.

Para desaliento de los abertzales, vuelve a alejarse la posibilidad de una construcción social, económica y cultural que coadyuve a la construcción política de Euskadi, o de Euskal Herria. Una  responsabilidad que nos concierne mucho más allá del acuerdo sobre la reivindicación de nuestro derecho a decidir, y que debe ejercerse desde la implicación y la colaboración. Así, nos queda la perseverancia democrática para seguir andando un camino que nos lleve a ese punto en el que la lógica no sea ilógica y la colaboración valga más que la confrontación.

Ez dago etsitzerik. Sinetsita nago hau dela bidea eta topo egingo dugula elkarrekin. Politikak, sinesgarritasuna izango badu eta erakundeak baliotsuak izango badira, alderdien jokaerak arduratsua behar du, eta EH Bildu, penaz diot, ez da erantzukizunez ari abertzaletasun esparruko hegemoniaren borrokan tematuta. Egiteko daukagu euskal bidea, geure bide berezia eta desberdina Espainiakoaren aldean. Madrilgo erara oposizioa egiteak, gobernatzea dagokionari gobernatzea eragozteak eta etsaikeriak, ez luke izan behar euskal ezaugarri politikoa. Indarrak alferrik galarazten ditu. Euskadi naziotzat daukagunok heldutasun politikoa behar dugu ados jartzeko gure herriaren onerako.

Konbikzio horiekin, iraunkortasun demokratikoa eta aurrera.

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