Reaccionaremos sin miedo

El domingo pasado pudimos ver lo que dio de sí la manifestación organizada por la derecha en Madrid. No llegaron a cubrir las expectativas que ellos mismos habían creado con sus despropósitos. Lo más significativo de todo, acaso, fue la foto final, una foto que, pretendidamente o no, evocaba aquella estrofa del Cara al Sol: “Formaré junto a mis compañeros / que hacen guardia sobre los luceros / impasible el ademán.” Aunque el “impasible ademán” de la derecha española en todas sus expresiones puede ser evocador, en realidad, no deja de ser lo que ha habido siempre en España. Eso sí, con un desagradable tono vintage.

Ante esta situación me temo que aquí, en Euskadi, corremos el riesgo de asimilar en exceso el “mensaje del miedo” que se está lanzando, mitad motivado por ese fenómeno tan extendido desde hace ya mucho tiempo en los medios del “freak show”, mitad impulsado por las fuerzas españolas de izquierda, en especial, por el PSOE, que buscan reforzar sus posiciones electorales ofertándose como muro de contención contra la derecha carpetovetónica. Lo digo porque se nos ha vuelto de lo más cotidiano el mensaje de “aquí, en España” o “estamos viviendo en España un tiempo que pone en riesgo la democracia”, oído esta semana en una de las emisoras de la radio pública vasca.

Esa aparente naturalidad con la que se nos informa de las anomalías democráticas españolas haciéndonos partícipes de las mismas no sé si continúa siendo una estrategia de asimilación o si es que esa estrategia ya ha hecho efecto, lo cual, desde el punto de vista de quienes somos abertzales, sería realmente triste.

Cada vez que, por cualquier razón, o sin excesivo motivo, se menciona, también aquí, a ese que va por la vida con aires de legionario cabo primera, se está incurriendo en el error de crear iconos, siguiendo aquel lema de Oscar Wilde de “que hablen de mí, aunque sea mal”.  Ciertamente, no es fácil referirse a algo sin mencionarlo. Es más fácil adivinar que en Euskadi la derecha trifásica será prácticamente irrelevante.

En todo caso, el “mensaje del miedo” pretende lograr una reacción muy básica y poco crítica, que se puede traducir en: “votad a Sánchez, que parará a Casado y a Abascal”. En realidad, lo que hace el miedo es recortar la libertad. En este caso, no solo la libertad de cada uno y cada una de nosotros, también la libertad de nuestro Pueblo, porque no es que en España “estén” “viviendo un tiempo que pone en riesgo la democracia”, sino que la democracia española está minada por muchos sitios: la derecha activó el 155 y el PSOE de Sánchez lo apoyó, usurpando la legitimidad de las instituciones catalanas; la derecha española activó, de la mano de la Guardia Civil, una causa general contra los independentistas catalanes y el PSOE de Sánchez la justifica todos los días, avalando el juicio que se está desarrollando en el Tribunal Supremo; la derecha española se envuelve en banderas españolas y el PSOE “ni quiere ni puede poner sobre la mesa” el derecho de autodeterminación. Así lo dijo la Ministra Montero un ciento de veces en el debate de los presupuestos respondiendo a los diputados catalanes. El PSOE hace muchos años que olvidó el punto 11 de su Pacto de Suresnes: “reconocimiento del derecho de autodeterminación de todas las nacionalidades ibéricas“.

La negación del derecho a decidir de las naciones vasca y catalana cerrando toda vía de diálogo que lo mencione supone, en sí mismo, negar el principio democrático. Contemplar el 155 como instrumento aplicable para intervenir instituciones legítimas en contra de la voluntad de la mayoría que las ha constituido supone suprimir el valor de la democracia. Hacer campaña para validar a nivel internacional el juicio contra los soberanistas catalanes, como lo está haciendo el Gobierno de Sánchez, supone dar por bueno el quebranto de toda una serie de derechos y libertades reconocidos en la misma Constitución en la que justifican su oposición al derecho de autodeterminación.

Con respecto al “juicio farsa”, usando el término que aplicó el President Torra, por mucho que se están esforzando Irene Lozano y el ministro Borrell, la ministra Delgado y el propio Sánchez, es de agradecer que haya opiniones que no se dejen despistar por sus argumentos, como el editorial del The Independent de este pasado martes, titulado “El juicio de los separatistas catalanes en España es peor que un ultraje a los derechos humanos, es un error”. Dice The Independent que el juicio “debería ser impensable en un país que es un miembro establecido de la Unión Europea y un signatario del Convenio Europeo de Derechos Humanos”. Y acaba diciendo: “La idea de hacer de Alex Salmond, primer ministro de Escocia, un mártir encarcelándolo nunca fue una remota posibilidad. Si el primer ministro de España no puede ver que lo que su gobierno está haciendo en Cataluña está mal, debería darse cuenta de que es contraproducente”.

No cerremos los ojos a la realidad. A quienes reivindicamos la nación vasca y su derecho a decidir, nada de lo que está ocurriendo con respecto a Catalunya nos es ajeno. Lo que el Estado está haciendo contra los catalanes hoy, lo hará igual mañana contra Euskadi, llegado el caso. ¿Podemos resignarnos y focalizar nuestro miedo solo en que el PP se ha escindido en tres? Me niego a pensar que hayamos olvidado lo que somos y cómo somos. Aun en el peor de los casos, ¿tanto tememos que nos priven de nuestras nunca respetadas competencias y del Concierto Económico? Si intentaran hacerlo, lo único que lograrían sería replicar el efecto que obtuvo el re-cepillado del Estatut en Catalunya: que el pueblo reivindique con fuerza su derecho.

En el debate del malogrado presupuesto, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, afirmó este miércoles que “la forma de hacer política española provoca rechazo en la sociedad vasca”. Es cierto, y añadiría que no solo la forma sino también el fondo. El nacionalista Javier Landaburu, diputado en el Congreso durante la República, escribió: “Mi escasa experiencia de diputado fue suficiente para producirme repulsión por el abuso de un sistema de obstrucción que se practicaba en todo momento  (…) votaban generalmente no en razón de la bondad de los proyectos que les someten, sino de la coyuntura política. Si se trata de tumbar a un gobierno, ya puede éste ofrecer maravillas legislativas, pues sus proyectos no pasarán. Eso, indudablemente, no es legislar; es hacer política, pero de la mala”. Parece mentira que palabras referidas al tiempo de antes de la guerra guarden tanta actualidad. España y su mala política no han cambiado. Aunque en Euskadi no fuésemos independentistas no nos merecemos este Estado.

Pero visto lo ocurrido en el Pleno del Parlamento Vasco de este jueves, en el que las tres leyes de medidas urgentes salieron aprobadas, no puedo menos que pensar que hay quien en Euskadi actúa como si estuviera contagiada por las maneras de la política española. EH Bildu se “negó a participar en la votación”, según ellos “como protesta” por la forma de una tramitación habitual en este tipo de medidas. Lo que ocurrió es que inopinadamente Podemos anunció su abstención, marcó el tanto y sacó a EH Bildu de la cancha, arrastrada a la intranscendencia por su propia estrategia.

La españolización de la opinión pública vasca, cuando menos  de la publicada, es preocupante; y también lo es la contaminación que la política española nos produce. Puede que alguien esté ensayando cómo inocular miedo con mensajes que paralizan el ejercicio de la libertad y la política. No nos pilla desprevenidos. No hace tanto que padecimos una campaña “a lo brunete” y reaccionamos. Y es que ante esta situación solo existe un antídoto: tomar conciencia y reafirmarnos en lo que fuimos, en lo que somos y en lo que queremos ser. Reaccionaremos una vez más, con convicción y sin miedo.

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