¿Y por qué no ganar todos?

Vengo escuchando las posiciones de los partidos de la oposición sobre el Proyecto de Ley de Medidas Presupuestarias Urgentes que ha presentado el Gobierno Vasco para paliar la situación que provocó EH Bildu con su descuelgue de última hora en la  negociación presupuestaria.

Entre esas posiciones, me llama especialmente la atención la del coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, que en distintas ocasiones viene acusando al Gobierno Vasco de “prepotente”, de “antidemocrático”, de “trilero”, de “tramposo”, de “antiparlamentario”, de imponer un “trágala”, de tener “mal estilo”… Docenas de descalificaciones. Cuanto más se exagera en el lenguaje –y, desde luego, Otegi exagera– más en evidencia queda el nerviosismo de quien exagera.

El dirigente de EH Bildu pretende proyectar sensación de indignación por el hecho de que la ley se tenga que tramitar por el procedimiento de lectura única, es decir, no abierto a enmiendas de los grupos parlamentarios. Si la mayoría de la Cámara vota a favor, se aprobarán. En caso contrario, la Ley decaerá.

En realidad se trata de una forma sencilla de tramitar una ley simple y concreta. Su contenido es claramente social: subir el sueldo de los empleados públicos un 2,25%,  la RGI un 3,5% con carácter general y un 4,5% a los perceptores que sean pensionistas, el sueldo de los profesores de las ikastolas y demás escuelas concertadas un 2,25% y un 5% las ayudas a la conciliación familiar.

Los aspectos formales de la tramitación no suponen nada exótico ni nuevo, y aunque aquí Podemos y el PP estén haciendo el coro a EH Bildu en su indignación impostada, todos estos partidos han votado en el Congreso tramitaciones similares. Allí, sin aspavientos.

El problema que tiene Otegi es mucho más de fondo que de forma: unas semanas después de haber estado jugando con el Gobierno Vasco a amagar una negociación presupuestaria para dejarla empantanada cuando las posturas eran ya muy cercanas, se ve obligado a tener que votar medidas concretas que objetivamente benefician a amplios sectores de la población: 70.000 funcionarios y trabajadores públicos, trabajadores de las redes de educación concertada, 45.000 perceptores de la RGI y, entre ellos, pensionistas. Y ante las propuestas del Gobierno Vasco solo puede hacer tres cosas: votar que sí, votar que no o abstenerse. Con su voto a favor o su abstención, saldrán adelante todas las medidas. Si vota en contra, dependerá de lo que hagan Podemos y el PP –Alfonso Alonso ha anunciado su voto contrario, “votaremos convencidos que no”–. Aunque no podrá permitirse la opción de votar que sí a los funcionarios y que sí a las ikastolas y que no a la Kristau Eskola, o abstenerse en la RGI porque ellos, como siempre, reclamen más.

Sobre la propuesta de incremento de la RGI ha dicho: “es sorprendente, porque durante la negociación presupuestaria nos dijeron que no se podía plantear así por carecer de competencias”. Ha añadido: “ahora le dan la razón a EH Bildu” para continuar diciendo que “EH Bildu planteaba que las pensiones mínimas se  debían subir a 858 euros”. Ciertamente, durante la negociación presupuestaria, el Gobierno tuvo que repetir muchas veces algo que todos sabemos, también EH Bildu: en Euskadi no tenemos ni las competencias ni la posibilidad de recaudar y gestionar las cotizaciones para subir las pensiones, aunque esperamos que llegue el día en que así sea. En Euskadi lo que sí hacemos es política social. De hecho, llevamos muchos años haciéndola, mucho antes de que algunos decidieran aterrizar exclusivamente en la política. Antes de fin de año, el Gobierno planteaba subir la RGI con carácter general un 3,5% y ofreció a EH Bildu incrementarla año tras año hasta alcanzar los 858 euros para los perceptores pensionistas en 2021. EH Bildu dijo que no, aplicando la estrategia “del todo o nada”. O, a lo mejor, porque sintieron vértigo por aquello de contravenir “su cultura política tradicional” lo cual les puede estar generando contradicciones y críticas internas.

Sobre el incremento propuesto a la escuela concertada, Otegi ha dicho: “podemos estar a favor de los sueldos públicos pero puede que no estemos de acuerdo con lo de la concertada”, y “creemos que en este país la Educación se debe organizar en torno a un Sistema Nacional de Educación, organizarnos para toda Euskal Herria”, añadiendo que “ya hay una red que es nacional, las ikastolas son nacionales”. Supongo que se puede interpretar que EH Bildu estaría a favor de incrementar la financiación a las ikastolas pero, acaso, no tanto a la Kristau Eskola. No es mi intención limitar de ninguna de las maneras la importancia de las ikastolas, que la tienen indudablemente, también por enseñar en euskara en todos los territorios de Euskadi. Pero, ¿qué reparos razonables se pueden poner para cuestionar el incremento salarial de los 9000 profesores de la iniciativa social que dan clase a 120.000 alumnos y alumnas en esta parte de Euskal Herria?

Pero lo más sorprendente de la posición del coordinador general de EH Bildu ha sido su versión de por qué la negociación presupuestaria se malogró: la culpa fue del PNV –como lo es siempre para EH Bildu, por otra parte– porque “el lehendakari Urkullu y la mayoría de los dirigentes del partido no quieren llegar a acuerdos de ninguna manera” con EH Bildu, y ello, según Otegi, por no estructurar “una alianza política” que sumaría el acuerdo sobre autogobierno a un acuerdo presupuestario, y… “por no dar a EH Bildu la baza de mejorar la vida de la gente”.

Considero sorprendente esa reinterpretación de la realidad porque no tendría ninguna lógica que, siendo así, el Consejero Azpiazu declarara ante el Parlamento: “jamás he vivido un proceso que me haya generado tanta decepción”, en referencia a la ruptura de una negociación en la que el propio Gobierno Vasco se había aproximado a las pretensiones de EH Bildu tanto como sus competencias y sus recursos económicos lo permitían, no solo con los 858 euros de RGI para los pensionistas, incluso con un estudio que delimitara la posible individualización de esas ayudas que se pudiera aprobar por ley. Pero sobre todo, porque si el PNV no quería dar “la baza” a EH Bildu –cosa que no es cierta– EH Bildu debería haber aceptado la oferta de Azpiazu y haberse llevado la “baza”, la de “mejorar la vida de la gente” y, de paso, haber ganado el tanto al PNV y decidir así el partido presupuestario. Pero no. De tanto lanzar hacia arriba, la pelota se fue al colchón y cayó muerta. A tenor de las últimas declaraciones, lamentablemente parece que sigue faltando un esa madurez política que conlleva compromiso institucional.

Finalmente, el líder de EH Bildu lanza la excusa para ocultar su propio error: “si Ibarretxe fuese lehendakari ahora, seguramente habría habido acuerdo”, porque cuando él, Otegi, fue parlamentario “sostuvo a Ibarretxe y a sus presupuestos con su voto”. Durante los diez años del lehendakari Ibarretxe, según mis  referencias, la Izquierda Abertzale votó activamente a favor de los presupuestos una sola vez, en las cuentas de 2000. Ni siquiera en aquel famoso de 2003 que se aprobó porque Mayor Oreja llegó tarde. Por no mencionar aquella portada de la revista Cambio 16 de 2004 –antes de que se votará el Nuevo Estatuto- en la que Arnaldo Otegi afirmaba: “preferimos que el PSOE gobierne a que lo haga el PNV” y  añadía “estoy más cerca de las tesis de Eguiguren que de la filosofía del Plan Ibarretxe”.

Ni a EH Bildu, por todo lo mencionado, ni a Podemos, que habla de “secuestrar los funcionarios para mejorar los conciertos”, ni al PP, que está en contra de subir la RGI, les parece haber gustado la ley. Sin embargo, humildemente creo que miles y miles de vascos y vascas les agradecerían que se dejen de maximalismos y den un paso a su favor. Creo que la acción política ganaría autenticidad y credibilidad, tan necesarias como la confrontación que le es propia. Se presenta pues, de nuevo, la opción para marcar un  tanto. El pueblo, estoy convencida, lo agradecerá.

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